24 de octubre de 2017

Rosemary's Baby (Ira Levin)

¿A que no hay nada como un buen clásico? Pues aquí va mi recomendación de lectura para Halloween: La semilla del diablo. A muchos os sonará la tremenda película de Polanski, pero es que el libro en el que se basó no se queda atrás y constituye una estupenda obra de ficción —sencilla, breve, ágil y aterradora— para la cual no han pasado los años.

Manhattan, década de 1960: Rosemary y Guy acaban de mudarse al piso de sus sueños, situado en el Bramford, un codiciado edificio de estilo gótico. Se muestran entusiasmados con la perspectiva de vivir en un lugar con solera y tradición, y no se amedrentan ni siquiera cuando un buen amigo de Rosemary les advierte del siniestro pasado del edificio, donde se han producido varios episodios de brujería y asesinatos.

Pronto la pareja conoce a los vecinos del rellano, unos ancianos afables y voluntariosos con los que Guy enseguida traba amistad. Rosemary prefiere mantener un poco las distancias, pues los encuentra algo entrometidos y pesados, aunque la relación entre todos es siempre cordial.

Guy, un actor en ciernes que hasta el momento ha tenido poca suerte, consigue de repente un buen papel cuando su rival en un casting se ve afectado por una súbita ceguera. A partir de ahí parece cambiar su fortuna y empiezan a lloverle buenos papeles, con lo que pronto se anima a tener hijos, algo que Rosemary deseaba de corazón.

Finalmente Rosemary se queda embarazada, pero sufre fuertes dolores y las cosas no parecen ir como deberían. Sin embargo, todo el mundo le dice que deje de preocuparse, que no hay ningún problema, que cada embarazo es único. Así pues, la joven intenta hacer de tripas corazón y esperar a que llegue el ansiado momento de verle la carita al bebé. Un momento que quedará grabado a fuego en su memoria.


La trama resulta sencilla pero muy interesante como punto de partida, ¿verdad? Ira Levin es un narrador muy ágil y la lectura engancha por completo, además de inquietar un montón. Sin embargo, no son los aspectos demoníacos del libro los que me parecieron más espeluznantes, sino el retrato que pinta de Rosemary como persona totalmente aislada, sin nadie en quien confiar, rodeada de personas que no han dudado un ápice en utilizarla para sus fines al tiempo que le hacen creer que es ella la que no ve las cosas claras, la que está exagerando, la que debe dejar de darle vueltas a las cosas. En más de una ocasión dan ganas de gritarle que despierte de una vez, que no se fíe, que no haga eso, pero la tela de araña está bien tejida a su alrededor y no hay escapatoria. En cuanto al final, ¿qué decir? Sé que no es para todos los gustos, pero a mí me pareció soberbio.




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