9 de abril de 2017

Instrumental (James Rhodes)

En esta reseña, más que demostrar mi entusiasmo por este libro (que también), debo centrarme en mostrar mi entusiasmo por su autor, James Rhodes, porque de verdad que ha sido todo un descubrimiento.

Flaco, con gafas de pasta y el pelo revuelto, un cierto aire hipster y una mirada entre inocente, entusiasmada y excéntrica. Pero James Rhodes no es el último cantante de pop-rock de moda: es pianista, y siente auténtica pasión por la música clásica. Pese a que ya ha despuntado como concertista y tiene una buena trayectoria a sus espaldas, no ha escrito su autobiografía a los 38 años por ese motivo. Instrumental nació porque Rhodes sentía que debía exorcizar su pasado y tratar de hacer las paces con él, y qué mejor forma que volcarse en las páginas de un libro y contar con honestidad el larguísimo camino que ha recorrido hasta la fecha.


Así, en este libro Rhodes nos cuenta cómo llegó a apasionarse por la música clásica, pero para ello debe tocar un tema espinoso que está intrínsecamente ligado con el anterior: de pequeño sufrió abusos sexuales durante años. Y eso que aquí se despacha en media frase y parece que ya puede uno pasar a otro tema, en el libro es durísimo de leer, y no porque dé detalles explícitos (la intención del autor fue precisamente esa, no ser gráfico en sus explicaciones), sino porque narra cómo aquellos hechos afectarían tan gravemente a los siguientes 30 años de su vida.

James Rhodes, que hoy tiene 42 años, acudió en su infancia a un colegio carísimo en un buen barrio de Londres. Fue allí donde comenzó a frecuentar unas clases de boxeo después del cole con seis años; el profesor en seguida se fijó en él, en su aire tímido y desvalido, y lo acogió bajo su ala. Bajo su ala perversa, pues fue este profesor el que abusó de él, después de las clases, sin que el pequeño James se atreviera a decir nada ni nadie a su alrededor notase nada raro (solo una profesora se atrevió a hablar años después tras ver a James en la prensa hablando del tema y se ofreció a declarar ante la policía). Comenzó para James el infierno, y lo único que aplacó su sufrimiento fue el descubrimiento de la música clásica con 7 años. Al escuchar determinadas piezas se sentía transportado a una esfera superior donde nada malo le ocurría ya, y se agarró a la música clásica como su tabla de salvación.

Los abusos se prolongaron hasta los 11 años y le dejaron secuelas físicas y, sobre todo, psíquicas, que solo saldrían a la luz años después: trastornos obsesivo-compulsivos, depresión, narcisismo, egoísmo, alcoholismo, adicción a las drogas, paranoia, trastornos de la alimentación, estrés postraumático, autolesiones, intentos de suicidio… Todo esto lo narra James en el libro, con un estilo tan apasionado que te atrapa desde la primera página: es como estar con él en una cafetería mientras te cuenta qué ha sido de él en estos últimos años, o mejor, en su casa, mientras te va poniendo piezas de música clásica y te habla de por qué le gustan (cada capítulo empieza con una recomendación musical que puede escucharse online). El lector también asiste a todos estos hechos con una especie de pudor, pues James se muestra totalmente sincero y vulnerable en su narración.

Se requiere una tremenda valentía para verter todo esto en un libro, pero James Rhodes aún necesitó más: tuvo que ir a juicio con su exmujer para poder publicar sus memorias, pues ella creía que ver todo esto plasmado en papel podría afectar al hijo de ambos. James ganó en el tribunal su derecho a publicarlo, y es un libro para leer, releer y maravillarse ante la resiliencia humana y ante el poder redentor de la música clásica, que para James actuó como un auténtico refugio en todas las fases de su vida.



Es un libro duro, pero lo recomiendo encarecidamente. El libro además termina de una manera muy optimista, pero voy a insertar un tremendo spoiler (avisados estáis, mejor no seguir leyendo si no os gusta que os fastidien los libros): James cuenta en el libro cómo conoció a su segunda mujer y el camino a ratos tortuoso y a ratos inmensamente feliz que recorrieron juntos. Pese a los altibajos, al final del libro James se muestra tremendamente optimista acerca de su futuro. Bueno, pues lamentablemente ya se han divorciado (el segundo divorcio para James). Da una pena tremenda, sobre todo después de leer el libro y ver cómo habla James de ella, pero también en parte se entiende.

Por último, si os gusta la música clásica, aparte de leer el libro de James Rhodes os recomiendo escuchar sus canales de radio en Spotify. En ellos nos presenta sus canciones de música clásica favoritas, nos cuenta sus motivos y añade alguna anécdota de la época, pero todo ello con un estilo propio: de verdad que no habéis escuchado a nadie hablar así, con tanta pasión y tanto entusiasmo, sobre música clásica. Parece un niño pequeño, da gusto escucharlo. De hecho, transcribo aquí un fragmento que me encantó, que es muy su estilo, para que veáis cómo se expresa y por dónde van los tiros (hablando de si debía poner en su programa de radio las últimas escenas de una ópera de Mozart). Es genial:

I was debating whether or not to do this, if you can believe it, I was thinking, "oh, fuck, no, I shouldn't play the last bit because it's like a spoiler", and then I thought, literally, if there's a single fucking person listening to this who is upset at the idea of an opera spoiler on Spotify you and I would be best friends, so please get in touch, I'd love to hang out with you. Otherwise I don't think anyone else would really care...



En español lo ha publicado Blackie Books y la traducción la firma Ismael Attrache.


2 comentarios:

  1. ¡Hola Rosa! No conocía este libro y debo confesar que tampoco al autor. Estoy escuchando ahora su música por Spotify y seguramente leeré su autobiografía, porque me encantan ese tipo de libros, donde se puede conocer a los artistas en su vida diaria. ¡Gracias por la reseña!

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    1. ¡Hola, Romina! Me alegro de que te animes a leerlo; como se suele decir, «no te dejará indiferente». ¡Un beso!

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